viernes, 3 de junio de 2011

Escuela Carnavalera Chinchín tira pié:
¡El carnaval es alegría!

Desde el 2006, el ritmo y la sonoridad del tambor se mezclan en la escuela para chincheneros. La alegría de los carnavales renace con quienes buscan recuperar esta tradición.
 Por Montserrat Olave y Gabriela Strahalm
http://www.fotolog.com/chinchintirapie/21885968
      Un equipo de profesionales: arquitectos, abogados, bailarines, periodistas, actores, músicos, artesanos y escolares fundaron la escuela; entre 80 y 90 personas fueron las que  postularon a los Fondos de Cultura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondart), y en 2006 ganaron y realizaron el proyecto, el cual hasta hoy, ha convocado  a niños y adultos. 

  "Nos dimos cuenta que había que tomar el  tambor y juntarlo a las demás manifestaciones que se dan en todos los carnavales: cuerpo de baile, banda, figurines, muñecos, los niños, el tema de la integración social. Lo más familiar y comunitario posible, lo más abierto; pero con constancia, porque la tradición tiene que ver con repetir un hecho, con mantenerlo por amor, deseo, necesidad o porque se hace necesario a una forma de vida", cuenta Rosa Jiménez, fundadora de la Escuela Carnavalera Chinchín tira pié, al recordar lo curioso que fue ver a chinchineros huyendo en una protesta, porque lo perseguían los carabineros.
                      Luego, junto a colegas profesionales, constituyeron la escuela. Con el dinero del Fondart compraron instrumentos, pero el resto del financiamiento lo han obtenido de cuotas, rifas y fiestas que han hecho entre ellos. El sistema interno de la escuela es funcionar como tal. Los lunes hay talleres para chinchineros; los martes para figurines, personajes que bailan en el carnaval: por ejemplo, los diablos de la fiesta de La Tirana; los miércoles hay clases de danza; los jueves de ensamble; y por último, los viernes está el taller “Chiquitín púm púm”, para niños. Todo ésto se une los domingos, donde el carnaval es “con bombos y platillos”.
                      Según Rosa, el barrio determina la reacción del público al verlos. "En el barrio Ñuble, acostumbrado al carnaval,  la gente nos acompaña con challas; en la Pincoya los niños y los vecinos se juntan, observan, cantan y aplauden; en la Legua la gente observa, sonríe, y algunos bailan. Los pasados de copete se incorporan más fácil al juego; en El Volcán en Puente Alto nos tiraban agua con mangueras; en el Paseo Ahumada la gente sonríe y creo que entienden que hay parte de nuestra historia común en todo ésto”, dice.
                Una de las personas que se integró hace poco a la escuela, Bleny de Miguel, quien tiene una visión liberal con respecto a los carnavales y radical sobre el sistema actual, habló con SantiagoBaila. “Me motivaron las ganas de bailar, y que las comparsas están hechas para que todos estén de fiesta, cosa que le hace mucha falta a los millones de chilenos que están enajenados por un salario de mierda y endeudados hasta el tuétano. La fiesta los libera de todo eso, por lo menos por un rato", comenta ella.


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