Taller de Cueca Urbana: "ENTRE CUECAS Y EMPANADAS"

Todos los martes en la comuna de La Cisterna, se junta un grupo de apasionados por la cueca chora para disfrutar del más puro estilo chilenero.

Por Michelle Ferrúz y Gabriela Strahalm

     Es un martes y el horario de trabajo ya se acaba. La mayoría de las personas vuelve a sus casas para descansar de un día agotador, pero Patricia Caro, junto a cuatro monitores más, se preparan para comenzar la sexta clase de lo que los apasiona desde niños: la cueca urbana, citadina, chilenera, o más bien, la "cueca chora". 

      Hay más de 24 alumnos. Abuelitos, jóvenes y adultos que no dejan en ningún minuto de gozar con la música cuequera. Nadie llega sin su pañuelo y sin ganas de comer una rica empanada al terminar la clase. Algunos visten con su ropa de trabajo, otros con ropa cómoda para bailar. Aquí no existe el huaso ni la china disfrazada. Cada uno tiene su toque, su estilo.

“Nosotros le decimos cueca urbana, porque es nuestra cueca, y vivimos en Santiago. No andamos a caballo, andamos así tal cual, no hay trajes gigantescos ni pantis caladas”, dice Paty.
     Es día de semana y la mayoría de los cuequeros y cuequeras, algunos principiantes y otros más avanzados, tiene que madrugar para ir al trabajo. Es casi la media noche y no sueltan los pañuelos ni dejan de mover los pies. Al término de cada canción, todos se ponen en los costados y esperan que alguien los invite a bailar, sin diferenciar si se es hombre o mujer. Aquí la mujer puede invitar al hombre. Es una conquista.

              De izquierda a derecha: Laurie Madrid, Rosa Verdugo, Andrés Araya, Jasna Amigo y Patricia Caro.

       “La mujer no va con la vista abajo, como la cueca central que coquetea con vergüenza, aquí no, tú vas con toda tu pachorra, dice entre risas Patricia. “¿Y por qué no si somos de ciudad? Estudiamos, trabajamos, somos dueñas de casa, madres, pero también somos mujeres. En el fondo se representa que la mujer es moderna. La mujer en todo tiempo ha sido audaz, sensual y pecadora”, agrega.

        Patricia les enseña a ellas a ser coquetas, agresivas con su mirada, con su movimiento y con su pañuelo; mientras Andrés Araya  les enseña a los nuevos en la clase los principales movimientos de pies. “La mirada es tan importante como el baile. Cada uno es sensual a su manera, unos con los ojos, otros con la mirada, o con el pelo. Aquí la estructura se olvida. A veces no hay paseo, o no te pones de acuerdo en las vueltas que vas a dar. El varón tiene que estar atento, si tú quieres hacer un “ocho”, el varón tiene que leerte y seguirte. Te olfateas con la persona, eso es, eso lo hace diferente”, dice la Paty.

       A pesar de que el taller esté ubicado en La Cisterna, todos los martes llegan cuequeros de La Florida, Padre Hurtado, Puente Alto, La Granja, etc. Por mil pesos, los fanáticos de la ‘cueca chora’ dejan el descanso por bailar y disfrutar del taller “Entre cuecas y empanadas”, donde lo más importante es la ‘buena onda’ y las ganas de zapatear.