lunes, 9 de mayo de 2011

El espiritismo llega a la danza y la incertidumbre, al público

Con una propuesta que incluye apuestas audiovisuales y tras una extensa investigación de nuestro país a comienzos del siglo XX, la concepción de cuerpo y espíritu se mezclan en este trabajo de la compañía Zanda.


Por Ruby Gamboa y Montserrat Olave

Cuerpos desnudos en el escenario, otros vestidos; abrigados con gorros, chaquetas de cuero, pantalones y zapatos, se paran frente a los que no tienen ninguna tela que los cubra. La puesta en escena no deja de sorprender. Contiene proyecciones, iluminación, diversas disciplinas de baile como ballet y danza contemporánea. Esta es la propuesta de la compañía Zanda en “Carnados, la seguridad de los imbéciles”, que se presenta durante mayo en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM).



La obra pretende implantar en el público una duda frente a la seguridad de su cuerpo. Su directora y dramaturga Francisca Keller, se internó el año pasado en la Biblioteca Nacional e investigó sobre el espiritismo. Leyó revistas y documentos realizados por mediadores, los que se comunicaban con espíritus mediante rituales convencionales de magia. “Mi intención es que la audiencia dude, que se cuestione sobre lo que hacemos, sobre lo que ve, sobre lo que queremos transmitir, lo que piensa que es y que no es”, dice. “No pretendo entregarle algo típico, sino algo extraño, algo desconocido e incómodo”.

La duda es un ingrediente clave en la obra: no se sabe hacia dónde se dirige, qué quiere decir ni qué es lo que se muestra. Es un conjunto de sonidos, luces, cuerpos, voces, objetos e imágenes que no tienen conexión entre sí. El espectador se incomoda con la música, la cual por momentos es ruido. Experimenta diversas sensaciones: miedo, descontrol, pena. Observa cuerpos poseídos; escucha gritos, risas, toses, incoherencias.

Pareciera que las luces son sólidas. Proyectan a personas, a almas que salen de los cuerpos. Es una propuesta estéticamente innovadora que pone en contacto con el público, disciplinas pocas veces puestas en contacto y que hace reflexionar a los espectadores de una manera más profunda sobre el cuerpo y el espíritu.

Zanda es una compañía que combina la danza con las creencias populares y la investigación del pasado histórico. Entre los personajes de este trabajo hay un arquitecto, un músico y  un realizador audiovisual. Tres bailarinas participan de la obra. 


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